Hoy, mas que nunca la humanidad empieza a elevar su clamor contra las injusticias de sus gobernantes que sólo buscan su propio beneficio, abandonando todo principio ético, y olvidando que su misión es trabajar para el bien común, especialmente el de aquellos mas desfavorecidos y necesitados.
Oímos hablar de poderes en la sombra, de conspiraciones, de atentados contra la humanidad, de enfermedades creadas en laboratorios ocultos; descubrimos las grandes mentiras como la famosa falsa epidemia de gripe; vemos cómo salen a la luz estafas como la del cambio climático; descubrimos que los coches eléctricos fueron inventados hace mucho tiempo (y posteriormente destruídos) con estupendos resultados, pero... el oro negro sigue siendo el alimento de los bolsillos de unos pocos.
Nos situamos impotentes frente a las pantallas de nuestros televisores constatando tantos y tan variados horrores: las grandes hambrunas junto a los excesos de producción tirados por los suelos, las guerras sin sentido sólo con fines económicos, el dinero como único protagonista y dios absoluto de esta insolidaria sociedad de consumo que a todos nos está devorando la energía, la ilusión, los sueños. Y el miedo, el creciente miedo con el que los poderosos tienen a bien contaminarnos cada día, por si no fuese suficiente con envenenar nuestros alimentos, nuestra tierra, nuestro aire, nuestros cielos, mares y ríos. ¡Menos mal que hay ya muchos que se están despertando del sueño robótico al que nos han inducido!
Y Jorge... Él estaba ya despierto hace mucho. Prueba de ello lo que me encontré en uno de sus preciosos diarios:
La forma de un ser vivo dice mucho sobre su pensamiento. El elefante, con su grandeza y enorme cabeza, me hace de inmediato pensar en la inteligencia; y en su lento movimiento, veo también la serenidad y la sabiduría. En el león es su rugir, su boca, sus blancos y brillantes colmillos amenazantes, defensivos. Es un puro símbolo de supervivencia, de nobleza, y aún más, de lealtad y sinceridad. El león no ataca sino es para alimentarse. Se le llama el rey de la selva por su carácter noble y su gran belleza. Su piel, a veces alargada, tiene tonos amarillos y negros, colores de sabiduría y soberbia. Su arrogancia y talante son una muestra única del poder de la vida salvaje.

Este capitalismo absurdo, esta inmoral religión, toda esta falacia hipócrita de esta sociedad moderna me da nauseas, y escapo de ella adentrándome serenamente y convulsivamente, en la destrucción de esa parte de mí que irremediablemente, debido a años de contaminación, todavía me tiene atrapado en su tela de araña. Cada día que pasa veo cómo la tela de araña se va agrandando, y seres de todas clases, menos los animales, están atrapados en ella. Tela construida por los 5.000 gobernantes de este planeta, que manejan lo que ellos mismos llaman un mundo moderno a las puertas del siglo XXI, y como no tienen bastante en la tierra, ahora quieren invadir el espacio.
Quisiera aislarme en algún lugar donde el cemento y alquitrán no existan; un lugar salvaje donde la luna y el sol sean los únicos reyes y los únicos gobernantes. La tiranía democrática, la constitución hipócrita, falacias inventadas para putrefactar a la vulnerable juventud que se esconde en las drogas en sus tesis hechas mil veces ya antes. Todo está inventado ya en el mundo. Sólo queda algo aún no inventado: la libertad.
La libertad la inventa uno mismo. Cada uno ha de conquistar la suya propia y olvidar al vecino. Concentrarse en uno mismo, ser sanamente egoísta y romper a trozos el cuadro de estos flamantes anuncios de consumo. La última revolución está empezando. Yo soy uno de los muchos que la hemos comenzado. Dejadnos ser nuestro destino, y aunque no nos dejéis, todos vuestros trucos, vuestras drogas, vuestras películas, vuestras leyes democráticas, no nos pararán en nuestra lucha. Todavía no ha empezado, pero el alma está despierta y los secretos desvelados. Las mentes no han sido del todo lavadas, y queda poco tiempo ya de vuestro reinado. Millones de años tiene nuestro planeta. Millones de hombres quieren nuestro planeta, pero el planeta es de sí mismo, y la naturaleza es la única fuerza dominante; no la desafiéis u os destruirá. Dormid tranquilos 5.000 esta noche; quizá mañana sea vuestro fin.
(1)(Nota al pie de página del propio Jorge) 5.000 es el número de personas que rigen y gobiernan cada movimiento del mundo. Son los que toman las decisiones. Son los que rigen el mundo. Son 5.000 pedazos de mierda.
El mundo parece seguir empecinado en condenar lo que de él mismo ha surgido.
Anoche dormí profundamente. Mi ira resbaló entre los dedos y abandonó mis entrañas. Hoy no siento odio, pero sí desconfianza.
El que tanto juzga, está cargado de pesares. El que ríe, es tímido; la vergüenza, le tiene acorralado.