Como vais entrando algunos nuevos, quisiera recordaros que hay un libro de Jorge Brown, en el que narra de manera intensa, bella y conmovedora su historia, especialmente su experiencia con las drogas y su gran lucha para superarlas.
Este blog se inició en diciembre del año pasado y en la primera entrada se presentó el libro. Quizás queda tan atrás que muchos de los que entren ahora no sepan de su existencia. Por eso hoy lo incluyo nuevamente junto al prólogo del mismo Jorge.
Gracias a todos los que le vais siguiendo.
Sofía
Ésta es la primera vez que me decido a publicar algo. Este “algo” es un compendio de palabras, un laberinto de enigmas, un amasijo de sentimientos, un barco naufragado en el océano de la profunda tristeza, una búsqueda insaciable de lo desconocido, una ventana que se asoma a la muerte, una sonrisa cubierta de nubes, una lluvia de sinceridad confusa, una demostración real de la más pura de las contradicciones…
Este pequeño tesoro, tan valorado por mí, y que tanto consuelo me ha dado, es también mi mejor amigo y mi más fiel amante. Es mi intimidad, descubierta con el único deseo de permitiros comprender, si es que es posible, lo que yo no puedo.
Es un libro de reflexiones y de trabalenguas, de magia y de secretos, de dibujos y paisajes… Un libro soñado, escrito por un soñador, para otros soñadores.
Ésta es una historia personal sacada de mis diarios, de las vivencias, sentimientos y fantasías que han rodeado mi vida a través del tiempo, y muy especialmente, de los últimos años de mi devenir. Años de búsquedas y vacíos, años de batallas contra el monstruo gigante de la adicción, años de tristeza, años de sueños volando entre las nubes…
Por eso lo he titulado Diario Pendular, porque mi vida ha sido y está siendo un péndulo que sube y baja; algo que está en continuo movimiento; un movimiento de inmensos contrastes, un péndulo paradójico que busca sencillamente la quietud…, esa quietud que refleja el mar cuando está inmóvil y sereno.
Algo estoy persiguiendo y no sé muy bien qué es. Podría decir AMOR, pero me sonaría hueco. Podría decir DIOS, pero me suena opaco. Ése es el enigma que trato de desvelar, simplemente para poder seguir viviendo. He de averiguar qué es lo que ando buscando, y estoy seguro de no ser yo mismo, pues creo, dentro de mis múltiples dudas, saber quién soy. Lo que busco está entre las líneas de este libro. Es un algo escurridizo y sibilino, que quiere permanecer oculto, y que yo destapo abiertamente.
Nací en 1970, el día 3 de febrero, en la ciudad de Madrid. Soy pintor, y a la fuerza poeta. Soy bisexual y poli-toxicómano, en actual estado de rehabilitación, y esto que os ofrezco son pedazos de mis entrañas. He vivido en Florencia, Roma, Barcelona, Londres, Ibiza, Cádiz, y actualmente vivo con mi madre en el piso que me vio nacer, aquí en Madrid.
Conozco multitud de centros de rehabilitación para toxicómanos, y también varias y muy diversas teorías acerca de la adicción. Soy un experto en la materia, principalmente debido a que en los últimos siete años de mi vida he estado saliendo y entrando de diversos centros. He sido tratado por demasiados psiquiatras y demasiados terapeutas. He arruinado las reservas de capital de mis padres. He robado, delinquido. He sido juzgado. He cumplido condenas en centros. Me he prostituído, y he dado mi vida por una dosis de caballo.
Actualmente llevo tres meses en un nuevo programa terapéutico (odio esa palabra), y en el cual, después de tantos fracasos, he decidido dejarme llevar y mantener mi abstinencia. Algunas partes de este libro están escritas bajo el efecto de las drogas. El resto, y gran mayoría, son pensamientos e ideas en perfecto estado de conciencia.
Espero que la lectura de este libro pueda beneficiar o aportar algo a quien quiera que sea.
Sinceramente,
Jorge William Brown
El silencio hecho palabra es un libro terrible, un largo llanto sin héroes, tras el que la muerte acaba venciendo a la vida. Terrible, sí. Pero lo que lo hace maravilloso es que dentro del dolor desesperanzado palpita un ansia furiosa de vivir, incluso en la derrota. Jorge Brown, un poeta joven que versificaba sin artificio, simplemente por angustia, que se despreciaba por ser incapaz de hacer frente a la droga que terminó matándolo, brilla en este su único libro, tan prematuro y tan inacabado. Un poema doliente, a medio camino entre la impotencia y la esperanza. Una voz desperdiciada cuando apenas había empezado a hablar.
Fernando Schwartz.
Extractos de una carta enviada a la madre de Jorge de su amigo Enrique
Con tu hijo viví algo que se me ha quedado grabado para toda mi vida. Sólo Dios sabe. Fui su amigo y él, que era corto en palabras de frente, se volcaba emocionalmente en sus cartas, las que ponían orden al desorden que él vivía. Créeme: me comuniqué más con Jorge por cartas que de palabra o por teléfono. La única vez que Jorge se abrió totalmente a mí, fue en Madrid, en uno de mis viajes, y me bastó esa noche para comprender el alma de Jorge. Fuimos al cine y la película le tocó mucho. Salió muy triste, como muy callado, y esa noche empezó a hablar con su alma. Luego regresamos a tu casa y sin yo darme cuenta, me quitó las llaves y salió a buscar una dosis. Me desperté de madrugada y vi la luz encendida. Abrí mi cuarto y me lo encontré tirado en el suelo: se había metido un buen chute. Lo levanté, y me pidió que me quedara con él. Pero ya estaba (como tu sabes que has conocido esta realidad tan dura de Jorge) en otro estado. A la mañana siguiente ya llegaste tú y yo me marché de Madrid.
A veces, en esta vida, vives algo con una persona, unos años de tu vida, algo que ocurre sin tú buscarlo, y esos años que vives con esa persona te acompañan el resto de tu vida. Yo conocí a tu hijo, Maribel, y lo conocí en su esencia. Nunca, jamás las drogas enturbiaron que yo pudiera ver al hombre que era: Jorge W. B. Nunca, ni las recaídas más fuertes enturbiaron el que yo pudiera ver siempre con claridad a Jorge, no a la adicción, ni las drogas. Yo lo quise muchísimo, y he llorado mucho su muerte, porque no quería que se marchara. Es más: mi más hondo deseo era que Jorge estuviera bien, porque uno lo que quiere para un amigo es eso: que esté bien, que esté feliz. No pudo ser. Una enfermedad (como hay tantas en el mundo) lo mató: la adicción. Y eso le llevó a descansar. Porque currárselo el pobre se lo curró, pero pudo más la puta adicción, ¡qué le vamos a hacer! No hay nadie en este mundo (NADIE) que haya sufrido la vida y la muerte de Jorge más que tú.
A Jorge lo tengo presente en mi vida. Él no ha muerto para mí, por eso no puedo ponerme a escribir en un blog de un amigo que para mí sigue vivo, de otro modo, pero está vivo espiritualmente y me ayuda (y no solo a mi). Jorge es ahora un espíritu libre, como todos lo somos cuando dejamos esta vida. Y nada ni nadie lo puede atrapar, porque así es la vida después de la muerte: ¡libre! Jorge es libre.
Mi amor, mi cariño, mi respeto, y todo lo que siento por Jorge sigue vivo, y sé que estaremos juntos en el futuro, es sólo cuestión de tiempo el hecho de reencontrarnos. Ahora he sentido en algún momento su presencia, pero siempre como un ser libre que no quiere que nada ni nadie le atrape.
Yo no hablaría jamás de las drogas, ni de la adicción, ni de lo que Jorge sufrió con esta horrorosa enfermedad. Ese no era Jorge. Eso fue algo que "vivió" Jorge, pero no era él. Para mí Jorge fue una persona que Dios me puso en mi camino, sin yo buscarlo, y con el que aprendí mucho.
Jorge vive, de otro modo, pero vive y eso lo he sentido desde el mismo instante en que recibí esa noticia de que había dejado este mundo. Su muerte, aunque cargada de dolor, también me dio mucha paz, porque, Maribel, tú y yo sabemos que él estaba agotadísimo.
Por eso, ¿cómo he vivido tras su marcha? Tristeza, claro que sí, pero ha podido más la paz de saber que él está bien. Y eso ha hecho que estos años desde que se fue, pensar en él haya sido siempre un motivo de esperanza, de luz, de vida! Y de las drogas, de la adicción, y de todo eso ¡ni me acuerdo! porque al que recuerdo o el que vive en mí es Jorge, pero Jorge, no las drogas. Jorge, un hombre que siempre, de algún modo, formará parte de mi vida.
A mí Jorge no me conquistó ni por su belleza, ni por su inteligencia, a mi me conquistó su corazón, su persona, y su ser más profundo que tuve la suerte de contemplar. Era un ser especial. Así lo viví yo. Una persona frágil. La más frágil que he conocido en toda mi vida. Eso fue lo que me dejó impactado de él. Su fragilidad. Y ese fue el origen de mi amistad con él.