Solamente escribiendo, siento que digo lo que pienso.

viernes, 26 de febrero de 2010

El libro de Jorge

Hola a todos:

Como vais entrando algunos nuevos, quisiera recordaros que hay un libro de Jorge Brown, en el que narra de manera intensa, bella y conmovedora su historia, especialmente su experiencia con las drogas y su gran lucha para superarlas. 

Este blog se inició en diciembre del año pasado y en la primera entrada se presentó el libro. Quizás queda tan atrás que muchos de los que entren ahora no sepan de su existencia. Por eso hoy lo incluyo nuevamente junto al prólogo del mismo Jorge.
Gracias a todos los que le vais siguiendo.

Sofía


Ésta es la primera vez que me decido a publicar algo. Este “algo” es un compendio de palabras, un laberinto de enigmas, un amasijo de sentimientos, un barco naufragado en el océano de la profunda tristeza, una búsqueda insaciable de lo desconocido, una ventana que se asoma a la muerte, una sonrisa cubierta de nubes, una lluvia de sinceridad confusa, una demostración real de la más pura de las contradicciones…

Este pequeño tesoro, tan valorado por mí, y que tanto consuelo me ha dado, es también mi mejor amigo y mi más fiel amante. Es mi intimidad, descubierta con el único deseo de permitiros comprender, si es que es posible, lo que yo no puedo.

Es un libro de reflexiones y de trabalenguas, de magia y de secretos, de dibujos y paisajes… Un libro soñado, escrito por un soñador, para otros soñadores.

Ésta es una historia personal sacada de mis diarios, de las vivencias, sentimientos y fantasías que han rodeado mi vida a través del tiempo, y muy especialmente, de los últimos años de mi devenir. Años de búsquedas y vacíos, años de batallas contra el monstruo gigante de la adicción, años de tristeza, años de sueños volando entre las nubes…

Por eso lo he titulado Diario Pendular, porque mi vida ha sido y está siendo un péndulo que sube y baja; algo que está en continuo movimiento; un movimiento de inmensos contrastes, un péndulo paradójico que busca sencillamente la quietud…, esa quietud que refleja el mar cuando está inmóvil y sereno.

Algo estoy persiguiendo y no sé muy bien qué es. Podría decir AMOR, pero me sonaría hueco. Podría decir DIOS, pero me suena opaco. Ése es el enigma que trato de desvelar, simplemente para poder seguir viviendo. He de averiguar qué es lo que ando buscando, y estoy seguro de no ser yo mismo, pues creo, dentro de mis múltiples dudas, saber quién soy. Lo que busco está entre las líneas de este libro. Es un algo escurridizo y sibilino, que quiere permanecer oculto, y que yo destapo abiertamente.

Nací en 1970, el día 3 de febrero, en la ciudad de Madrid. Soy pintor, y a la fuerza poeta. Soy bisexual y poli-toxicómano, en actual estado de rehabilitación, y esto que os ofrezco son pedazos de mis entrañas. He vivido en Florencia, Roma, Barcelona, Londres, Ibiza, Cádiz, y actualmente vivo con mi madre en el piso que me vio nacer, aquí en Madrid.

Conozco multitud de centros de rehabilitación para toxicómanos, y también varias y muy diversas teorías acerca de la adicción. Soy un experto en la materia, principalmente debido a que en los últimos siete años de mi vida he estado saliendo y entrando de diversos centros. He sido tratado por demasiados psiquiatras y demasiados terapeutas. He arruinado las reservas de capital de mis padres. He robado, delinquido. He sido juzgado. He cumplido condenas en centros. Me he prostituído, y he dado mi vida por una dosis de caballo.

Actualmente llevo tres meses en un nuevo programa terapéutico (odio esa palabra), y en el cual, después de tantos fracasos, he decidido dejarme llevar y mantener mi abstinencia. Algunas partes de este libro están escritas bajo el efecto de las drogas. El resto, y gran mayoría, son pensamientos e ideas en perfecto estado de conciencia.



Espero que la lectura de este libro pueda beneficiar o aportar algo a quien quiera que sea.

Sinceramente,

Jorge William Brown






El silencio hecho palabra es un libro terrible, un largo llanto sin héroes, tras el que la muerte acaba venciendo a la vida. Terrible, sí. Pero lo que lo hace maravilloso es que dentro del dolor desesperanzado palpita un ansia furiosa de vivir, incluso en la derrota. Jorge Brown, un poeta joven que versificaba sin artificio, simplemente por angustia, que se despreciaba por ser incapaz de hacer frente a la droga que terminó matándolo, brilla en este su único libro, tan prematuro y tan inacabado. Un poema doliente, a medio camino entre la impotencia y la esperanza. Una voz desperdiciada cuando apenas había empezado a hablar.


Fernando Schwartz.



Extractos de una carta enviada a la madre de Jorge de su amigo Enrique

Con tu hijo viví algo que se me ha quedado grabado para toda mi vida. Sólo Dios sabe. Fui su amigo y él, que era corto en palabras de frente, se volcaba emocionalmente en sus cartas, las que ponían orden al desorden que él vivía. Créeme: me comuniqué más con Jorge por cartas que de palabra o por teléfono. La única vez que Jorge se abrió totalmente a mí, fue en Madrid, en uno de mis viajes, y me bastó esa noche para comprender el alma de Jorge. Fuimos al cine y la película le tocó mucho. Salió muy triste, como muy callado, y esa noche empezó a hablar con su alma. Luego regresamos a tu casa y sin yo darme cuenta, me quitó las llaves y salió a buscar una dosis. Me desperté de madrugada y vi la luz encendida. Abrí mi cuarto y me lo encontré tirado en el suelo: se había metido un buen chute. Lo levanté, y me pidió que me quedara con él. Pero ya estaba (como tu sabes que has conocido esta realidad tan dura de Jorge) en otro estado. A la mañana siguiente ya llegaste tú y yo me marché de Madrid.


A veces, en esta vida, vives algo con una persona, unos años de tu vida, algo que ocurre sin tú buscarlo, y esos años que vives con esa persona te acompañan el resto de tu vida. Yo conocí a tu hijo, Maribel, y lo conocí en su esencia. Nunca, jamás las drogas enturbiaron que yo pudiera ver al hombre que era: Jorge W. B. Nunca, ni las recaídas más fuertes enturbiaron el que yo pudiera ver siempre con claridad a Jorge, no a la adicción, ni las drogas. Yo lo quise muchísimo, y he llorado mucho su muerte, porque no quería que se marchara. Es más: mi más hondo deseo era que Jorge estuviera bien, porque uno lo que quiere para un amigo es eso: que esté bien, que esté feliz. No pudo ser. Una enfermedad (como hay tantas en el mundo) lo mató: la adicción. Y eso le llevó a descansar. Porque currárselo el pobre se lo curró, pero pudo más la puta adicción, ¡qué le vamos a hacer! No hay nadie en este mundo (NADIE) que haya sufrido la vida y la muerte de Jorge más que tú.

A Jorge lo tengo presente en mi vida. Él no ha muerto para mí, por eso no puedo ponerme a escribir en un blog de un amigo que para mí sigue vivo, de otro modo, pero está vivo espiritualmente y me ayuda (y no solo a mi). Jorge es ahora un espíritu libre, como todos lo somos cuando dejamos esta vida. Y nada ni nadie lo puede atrapar, porque así es la vida después de la muerte: ¡libre! Jorge es libre.

Mi amor, mi cariño, mi respeto, y todo lo que siento por Jorge sigue vivo, y sé que estaremos juntos en el futuro, es sólo cuestión de tiempo el hecho de reencontrarnos. Ahora he sentido en algún momento su presencia, pero siempre como un ser libre que no quiere que nada ni nadie le atrape.

Yo no hablaría jamás de las drogas, ni de la adicción, ni de lo que Jorge sufrió con esta horrorosa enfermedad. Ese no era Jorge. Eso fue algo que "vivió" Jorge, pero no era él. Para mí Jorge fue una persona que Dios me puso en mi camino, sin yo buscarlo, y con el que aprendí mucho.

Jorge vive, de otro modo, pero vive y eso lo he sentido desde el mismo instante en que recibí esa noticia de que había dejado este mundo. Su muerte, aunque cargada de dolor, también me dio mucha paz, porque, Maribel, tú y yo sabemos que él estaba agotadísimo.

Por eso, ¿cómo he vivido tras su marcha? Tristeza, claro que sí, pero ha podido más la paz de saber que él está bien. Y eso ha hecho que estos años desde que se fue, pensar en él haya sido siempre un motivo de esperanza, de luz, de vida! Y de las drogas, de la adicción, y de todo eso ¡ni me acuerdo! porque al que recuerdo o el que vive en mí es Jorge, pero Jorge, no las drogas. Jorge, un hombre que siempre, de algún modo, formará parte de mi vida.

A mí Jorge no me conquistó ni por su belleza, ni por su inteligencia, a mi me conquistó su corazón, su persona, y su ser más profundo que tuve la suerte de contemplar. Era un ser especial. Así lo viví yo. Una persona frágil. La más frágil que he conocido en toda mi vida. Eso fue lo que me dejó impactado de él. Su fragilidad. Y ese fue el origen de mi amistad con él.


domingo, 21 de febrero de 2010

Diarios de Jorge


El claro vapor de la nostalgia me entristeció. Crucé el umbral de la roca y recogí dos flores que se dejaron caer sobre la tierra. Las tomé, una con cada mano. Era la primera vez que la naturaleza me daba aquellas flores que nunca antes había visto. Ni siquiera el mundo sabía que existían. Eran mis dos plantas. Las metí en mi pequeño zurrón, y caminé entre los árboles hasta dejarme caer en mi tristeza. Lloré con mis lágrimas saladas. Saqué las dos flores, y las mojé con mi tristeza.



Las horas creativas han pasado entre pasiones carnadas y sueños volátiles. La realidad sólo la marcaban los sonidos, el tiempo y la luz que entraba por mi ventana. Estos días son días de lluvia torrencial, y esta tarde, al bajar, es cuando más fuerte ha llovido. Las gotas caían como rayos de luz, constantes, sin interrupción. Me he dejado ver los pies ofreciéndose a las corrientes que el agua cubría a su paso, ondas y salpiques que han cubierto el espacio en un mar incompleto y dulce.


Encontré una larga lombriz sobre la tierra. La he tomado con mi mano y he sentido su lento movimiento en espiral sobre mi piel, su textura húmeda y suave, y sus cilindros que se expandían y retraían dándole así su movimiento. No sé si las dos tonalidades oscuras que tiene forman parte cada una de ellas de distintos organismos de su cuerpo. Lo cierto es que parecía una pequeña serpiente que se revolvía entre el barro y las colillas de ese pequeño trozo de tierra donde la he visto. ¿Por qué saldrán sólo con la lluvia como hago yo de vez en cuando? Al sentirla rodando por mi mano, he pensado que ellas sí saben que Dios es el agua, y cuando llueve, salen a bailar a la tierra para ser devoradas por los pájaros o por algún niño que está encontrando su primera experiencia con la muerte, o quien sabe si por cualquier caminante sin ojos, que no siente mas que lo que tiene delante, y entonces la aplasta con su pie reventando cada uno de sus círculos. Cuanto más pequeño es un ser vivo, mayor es su sabiduría. Cuanto más grande, mayor es su torpeza, y en el medio, los hombres que se inclinan por ambos lados. Nada en realidad sirve para nada. Todo viene encadenado. Cuando se rompe la cadena ya se está creando otra a la cual se quieren unir mil eslabones. No sé si podré mantenerme más tiempo en torno a mi eslabón perdido. Se puede o no se puede, y aún en mi espantosa claridad no sé si es lo uno o es lo otro.


Como la claridad de un ciego sobre la luz, como la lombriz, yo me deslizo, y cuando lo hago sobre el agua, siento como la tierra me roza al pasar por entre tantos túneles que bajo el mar han abierto casi todas las lombrices vivas. Con la habilidad de un tullido me muevo por entre los bastidores de cada color, y sólo con el silencio consigo no tropezarme. Cuando tropiezo, me doy de bruces con el negro y salgo lanzado en mi dolor al blanco desterrado que, más que nunca, ha encontrado su tierra entre tantos confines asimétricos.


Me embarqué en un viaje a través de las nubes y de una tierra revuelta de viento, lluvia y color que se deslizaba otoñal hasta encontrarse con los picos de las montañas cuyas primeras nieves he visto hoy.



Todo era la tierra, y con más fuerza, por primera vez, he sentido mi primera victoria más allá de mí mismo. Con una sola pierna, por los caminos de nenúfares, halcones, águilas y buitres, he llegado a un puente para ver que sus aguas transparentes me enseñaban su pequeño mundo presente más incluso que las montañas. El movimiento sinuoso del agua y cada molécula que giraba alrededor de cada pececillo, han construido su eterno vivir, y ahora también me han dado el mío. 



¿Pueden desaparecer la ansiedad y el miedo?
Pueden desaparecer en cada lugar donde te las encuentres. Permanece con ellas. Persevera, te hará vencerlas.




domingo, 14 de febrero de 2010

Diario de Jorge



Rompo las barreras de mi mente con las mismas cosas que utilizaron las manos de mis antepasados para construirlas. Son tantos años ya que es difícil romperlas. Quizás, al final de mi vida, sólo queden ruinas, y sólo entonces me acuerdo de paisajes con ruinas, y sonrío, porque son ruinas y paisajes, y su armonía destronada me emociona.


En esta destrucción muchos únicamente encuentran la muerte al primer golpe de muralla. Otros sobreviven a mil golpes. Algunos nunca quisieron destruirlo. Otros lo saltaron con la fuerza de sus corceles para encontrarse con un bosque de árboles plastificados, que se extendía sobre una superficie vacía.


Los que nunca golpearon el muro tomaban sus musgos y sus piedras. Algunos comían sus líquenes, pero casi siempre se sentaban y observaban aquel muro que recorría cada vereda del mundo. Ellos eran caminantes de caminos.




Yo mi muro lo estoy derribando, y cada trozo de piedra parece más de hierro. En cada caída me mantengo. Algunas veces te cae el muro encima, te lamentas y gritas. Es entonces cuando viene la tormenta. Hoy me he sentado delante del muro y he podido ver, más allá del bosque plastificado, un horizonte que no me deja descansar. Esta noche, cuando el fuego calentaba mi cuerpo, la noche oscura dejaba ver todas aquellas luces y sombras que, en sus juegos de movimiento, te decían cosas distintas. Las luces continuaban más allá de la profundidad. Era una constante repetición espacial y armónica. Muchas noches, los fuegos parecían encenderse uno detrás del otro, y en mi mente sentía cómo el tiempo acariciaba aquel largo camino, con sus repeticiones ambiguas.


Era difícil que alguien parara junto a ti. La mayoría eran caminantes que buscaban quizás un lugar donde empezar a destruir el muro. Aquellos que entraban en aperturas hechas por otros, caían en las redes de las telarañas, para después formar el negro del espacio. Otros se perdían por las llanuras, las dunas y las montañas que estaban detrás del camino, enfrente del muro. En aquellas llanuras, vivían muchos seres encantados por el desencanto. Algunos eran alquimistas que se encerraban en pequeñas chozas blancas, y esperaban con sus tesoros a un gran cofre que se encontraba más allá del horizonte diverso. La mayoría tenían la edad del mundo. Algunos habían sufrido la pérdida de la Fuerza para continuar golpeándose, así, se abandonaron a los enigmas de las montañas y a los secretos de las plantas. Muchos caminantes encontraron en estos sabios de las montañas, el consejo de iniciar su camino hasta encontrar el lugar donde despacio, deberían comenzar a derruir el muro.

Los más antiguos piensan que el muro se va reconstruyendo cada espacio en el tiempo. Otros opinan que algún día desaparecerá, porque cada día de sus vidas, al acercarse al camino, lo han visto más pequeño, pero aún después de miles de años, no se ponen de acuerdo.


Las estrellas me arrojaron a un sueño que había estado esperando tantos días. Me dormí tranquilo, y en mi profundidad astral, viajé a un lugar de imágenes nuevas que me estuvieron alimentando de una extraña energía. Sentí cómo subía hacia las estrellas hasta encontrarme dentro de una de ellas. Seguía siendo esa misma luz blanca que bailaba cada noche el acorde de sus constelaciones. Me sentía realmente dentro de aquella estrella y me convertí en luz, y por un momento, pude ver el espacio como estrella. Después, se disolvió la luz y cayó en estrella cadente. Me encontré en la oscuridad absoluta, y sin embargo, mi cuerpo desnudo comenzó a brillar con mi luz hasta que sentí yo mismo ser mi propia estrella. Tuve miedo de caer como aquella que me había recogido. Entendí que yo no era esa misma estrella que había caído conmigo, porque al convertirme en mí mismo, pude ver cómo la línea de luz de su caída continuaba. Era como si se hubiera detenido sólo para dejarme a mí en medio de aquella oscuridad en la que la única luz y el único mundo era el mío.


En el silencio, empecé a sentir unos sonidos que me recordaban a las vibraciones de los vasos de cristal. Cada vez iban acercándose más. Sentí como estas ondas de sonido casi metálicas, acariciaban mi cuerpo con el calor frío de mis deseos. Yo formaba una estrella de cuatro puntas, y aquellos sonidos se habían convertido en mi órbita. Todo mi cuerpo se abrió y pude sentir por primera vez el misterio del espacio. Cuando mi órbita empezó a girar más y más deprisa, perdí la conciencia, y al abrir los ojos, sentí el sol que había estado calentando mis ojos. Era más de medio día, y estaba justo encima de mí. También eso me pareció extraño ya que yo siempre dormía bajo un olmo que la lluvia había creado en forma de lecho y, sin embargo, aquella mañana me desperté sobre la explanada cercana del río, el único sitio quizá donde pudiera haber caído desde el sueño. Al levantarme, me sorprendió la agilidad de mis piernas, y sentí mi sangre circulando en otra dirección. Habían cambiado tantas cosas en un sueño, que sólo pensé en sumergirme en el agua. Me bañé con los peces y bebí. Podía haber tomado hierbas, pero aquella mañana me alimenté con los hongos que crecían por debajo de los sauces. Aquellos hongos situaban la conciencia sobre la tierra. No quería pensar en aquel sueño. Me abandoné al río y a los sauces. Los hongos repusieron mi ansiedad de volver al espacio, y continué sumergido bajo las aguas. Aquel día, las algas bailaron un baile que formaba mil colores bajo la luz del ya casi atardecer. Sólo los cangrejos venían a pellizcarlas, y ellas se lamentaban dando al baile la fuerza de un pequeño dolor marino.


viernes, 12 de febrero de 2010

Carta a Jorge

De tu madre Maribel.

Para tí mi querido hijo, mi recuerdo perenne.

Hoy, cuatro de Febrero, hubieras cumplido 40 años... ¿Cómo estarías hoy, si aún tu corazón estuviese latiendo?

¡Como me gustaría dar marcha atras en el tiempo y volver a ver tu carita de angel cuando naciste!

¿Por qué te fuiste hijo?... ¿Por qué nos dejaste este vacio que nada de este mundo puede ya llenar?..

Cuando he mirado al cielo en esta tarde lluviosa y fría, no he podido ver tu rostro dibujado en las nubes, como otras veces... Ni tampoco pude oir el canto de los mirlos...


Siete años va a hacer en Mayo desde que te fuiste. 

El dolor se ha calmado, pero... no hay segundo, ni minuto, ni día, que no estés pegado a nuestras pieles...


Vientos enfurecidos y lluvias copiosas, están arrasando los campos, las ciudades...., llevándose por delante todo lo que encuentran a su paso.

El mundo se esta ahogando en aguas turbulentas mezcladas con el lodo de la tierra indefensa. Miles de seres humanos, quedan atrapados bajo los escombros derruidos por los terromotos... Miles de bocas, se abren porque tienen hambre, y sed. Sed de comida, sed de amor, sed de compañía..., Sed de comprensión...

Huyen despavoridos por caminos llenos de grietas... Solos... desarraigados, buscando el descanso para sus almas rotas de soledad, de miedo y de dolor..

¡Oh, hijo! No quiero traspasarte mi tristeza en un día tan especial como el de hoy... Te pregunto: ¿Como estás tú, cariño?.. 

Hace unos días nevó, y todo el parque estaba blanco. Recuerdo como te gustaba la nieve, y siempre me llamábas para que contemplaramos juntos el hermoso paisaje que ofrecían las copas de los árboles que parecían estalactitas, con sus ramas apuntando hacia el cielo....


¡Dios,..! ¡Es tu cumpleaños....!!!!! Siete, van a ser... Y en el lugar en que estás, los angeles , me imagino, van a encender millones de estrellas para tí....  

Y... ahora, algo mas alegre te cuento, que ya van mas que de sobra las penas de este mundo. ¿Sabes? Casi todas las mañanas, y aproximadamente a la misma hora, se posa en el balcón de la terraza, una paloma... Procuro no hacer ruido para no espantarla, y me quedo ensimismada observándola. Me da por pensar, que es una paloma mensajera, que me trae noticias tuyas... Y no puedo evitar, sentir una profunda emoción. Y siento que esa paloma eres tú, y te acercas, y susurras en mi oído, miles de "te quieros" que en vida silenciaste. Entonces, entorno mis ojos, y vuelvo a ver tu sonrisa seductora, cantarina...., ¡alegre, (aún a pesar de (.?..)

Y vuelvo a verte, a sentirte, lleno de luz y de belleza..., porque ya estás en paz, y en otra esfera...

Ahora vuelvo a mis tareas. Dejo a la paloma que emprenda su vuelo, porque sé que mañana vendrá, de nuevo a visitarme...

¡Ahora si! ¡Ahora, si!, he comprendido tu mensaje, y al momento, la paz y el consuelo, retornan a mi alma.

¡Feliz día en tu cielo, mi querido Jorge! Ya no te sentirás solo, pues son tantos los que se han ido....

Cada vez mi tiempo galopa, con mas prisa. No sé aún cuantos días o años, nos quedan para vernos. Mas..., mientras eso no ocurra, sabes que siempre estoy contigo, y tú también conmigo.

Envíame la lúz que te sobre, no me dejes en la sombra...

Te quiero como siempre, y para siempre.


Tu madre Maribel



lunes, 1 de febrero de 2010

Extractos del diario de Felix Casanova. Extractos del diario de Jorge.

Como por "casualidad" he tenido la suerte de encontrarme con Felix Casanova, un escritor canario fallecido a los 18 años, y cuya obra se vuelve a reeditar en estos días bajo el titulo: El don de Vorace.

Al leerlo, he sentido una emoción muy especial pues me ha recordado mucho a Jorge. A Félix también le dolía tanto la vida que quiso dejarla voluntariamente muy pronto. Siempre es un gran dolor perder a un ser humano, y sobre todo cuando éste tenía tanto que decir y tanto arte que derramar. 

Tanto Felix como Jorge, se han ido con su caja de Pandora llena a rebosar de creatividad que no pudo terminar de expresarse. Los dos han sabido elevar el sufrimiento humano a la categoría de arte. 

Estos son algunos extractos del diario de Felix:

Las vírgulas de agua en la ventana desdibujan el paisaje, o quizá son mis ojos los que despliegan esta cortina de lluvia a mi alrededor. (...) Tampoco en esta ocasión termino de morirme. Estoy llegando al colmo de lo grotesco. (...) Hoy es mi último día con vida (ojalá). Esta noche bajaré el telón... El demonio quiera que no se vuelva a subir. (...)

No puedo por menos que carcajearme de este nuevo intento fallido o llorar como sólo yo he llorado. Opto por enmudecer los pensamientos y andar sonánmbulo. El demonio alzó el telón. (...) Lloro torpemente, como si fuese la primera vez que no muero.

¡Ojalá hayas encontrado la paz, amigo Felix!


El rencor envenena, el odio mata. ¿Por qué resulta tan difícil expresar la ira sin atentar contra nada ni nadie?

Culpar a los demas, ya no es la justificación perfecta, sino la mas grande de las barreras.

Aprender a desligarse, a desprenderse... Dejar, olvidar....

Sigo sin comprender tantas cosas, entre ellas la impaciencia. ¿Cual es su sentido, su razón de ser?...

Los sueños vienen cargados de confusión. Recordarlos, es perderse en divagaciones que me alejan de lo coherente.

¿Por qué esta incipiente necesidad de escapar, de refugiarse en un idea que, a penas surge, ya se ha cubierto de niebla?

Sueños de muertes, hielo, nieve, lobos...

La luna resplandece entera, el viento se enfría, el tiempo es inaccesible .

¡Todo resulta tan repetitivo!

Consigo desprenderme de viejas presunciones y viejos esquemas.

Los secretos son necesarios. La imprudencia se paga y éste no es el lugar mas idoneo para mí, ni quiero hacer de él mi hogar.

¿Por que, y para qué estoy aquí?... ¡¡¡Es la mas difícil de las preguntas; no me vale cualquier respuesta!!!!